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Última actualización de este contenido: 25 de noviembre de 2024 por Felip Granados

Hoy, en historias de fantasía, os traemos un microrrelato: Mi estancia en el Reino de los Sueños.


En un rincón del universo existe el extraño reino de Eteria, gobernado por el enigmático Rey Somno. Allí, los sueños no se sueñan, se viven. Todo es raro, surrealista, las leyes de la física que conocemos no se aplican en ese lugar. Los ríos llevan susurros en vez de agua, y los árboles tienen hojas que muestran recuerdos perdidos. La lógica no tiene lugar en ese reino, las cosas simplemente son, de la manera más insólita.

Recuerdo a Lisa, una joven con un don especial. Ella podía tejer constelaciones con sus dedos, creando mapas estelares que guiaban a las almas perdidas. La conocí durante mi estancia allí, en el periodo de las tres lunas. Ella pasaba sus días y noches, tejiendo y desentrañando el firmamento. Una noche, mientras trabajaba en una constelación particularmente complicada, vimos un destello azul en el horizonte. Venía de una cueva conocida por sus espejos invertidos, un lugar peligroso que muchos evitaban.

Lisa siempre fue más curiosa que prudente. Decidió seguir el resplandor, sintiendo que algo importante la esperaba. Yo la acompañé, intrigado por lo que podríamos encontrar. La cueva estaba llena de espejos que no reflejaban lo que eran, sino los miedos más profundos de quienes se miraban en ellos. Avanzamos con cautela, evitando mirar directamente a los espejos. Nuestro objetivo era una esfera de cristal que flotaba en el centro de la cueva, latiendo como un corazón vivo.

Cuando Lisa tocó la esfera, ambos fuimos arrastrados por una visión. Eteria no era un simple reino en un lugar perdido del universo, sino que formaba parte de la mente de un soñador atrapado, que creaba sueños y pesadillas sin control. El Rey Somno, el soñador original, estaba prisionero en su propio sueño y era incapaz de despertar. Este conocimiento nos golpeó con una fuerza abrumadora. Eteria no era más que una distorsión de una mente atrapada en un ciclo interminable.

Mientras procesábamos aquella revelación, una criatura horrible emergió de las sombras. Era una amalgama de pesadillas, una masa de miedos y angustias que avanzaba hacia nosotros con movimientos espasmódicos. La criatura se alimentaba del terror, creciendo y distorsionándose a medida que se acercaba. Lisa retrocedió, intentando tejer una constelación para defendernos. Sus dedos se movían frenéticamente, pero la criatura parecía hacerse más fuerte a cada segundo que pasaba.

Desesperada, Lisa cerró los ojos e intentó concentrarse. Tenía que crear algo nuevo, algo que nunca había tejido antes. Sus dedos se movieron con una velocidad y precisión desconocidas, creando una constelación que simbolizaba la libertad. La luz de la constelación envolvió a la criatura, que gritó en un lenguaje primitivo y se desintegró en jirones de sombras.

Cuando hubo pasado el peligro, Lisa supo que debía liberar a Eteria de ese ciclo interminable de sueños y pesadillas. La vi dirigirse al trono flotante del Rey Somno y comenzar a tejer una constelación sobre él, que reflejara la verdad de su existencia. La luz de la constelación despertó al rey, sus ojos se abrieron de par en par con un brillo sin igual. La conexión se rompió y el rey, por fin, despertó.

El despertar del monarca sacudió Eteria por completo. Las calles se retorcieron, los mercados se quebraron y los ríos de susurros se inquietaron.

Lisa continuó con su labor, comenzó a tejer un nuevo destino para Eteria, uno donde los sueños y la realidad pudieran coexistir. Los habitantes, liberados de sus pesadillas, empezamos a encontrar nuevas formas de vivir y de soñar. El Rey Somno, ya despierto, empezó a gobernar con una sabiduría y conciencia abrumadoras.

Eteria se transformó en un reino de posibilidades infinitas, donde los sueños se moldeaban con la voluntad de sus habitantes.

Con el tiempo, yo también encontré mi lugar en ese nuevo Eteria, aunque siempre supe que mi estancia allí sería temporal. Mis propios sueños y realidades me llamaban de vuelta a este universo. Ahora, al recordar desde aquí todo aquello, siento cierta nostalgia, nostalgia de un lugar donde lo imposible era cotidiano, y donde una vez formé parte de algo verdaderamente mágico.


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