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Última actualización de este contenido: 25 de noviembre de 2024 por Felip Granados

Relatos Fantásticos: Historias de terror -El edificio Minerva III

Hoy, en historias de terror, os traemos un microrrelato: El edificio Minerva III.


¡Hola fabulosa comunidad lectora y aficionada al terror, a la fantasía y a la ciencia ficción!

He terminado el microrrelato semanal, (que… pardiez! debí haber tenido listo para ayer). 🙄

Quisiera dejaros esa duda, esa pregunta incomoda, esa incógnita cadavérica… sobre los lugares extraños.

No conozco personalmente a Stephen King, pero diría por sus libros que es un fiel y férreo creyente de la teoría de que existen lugares donde la afluencia de «distorsiones» humanas, pueden crear un vórtice de maldad capaz de tomar forma e incluso personalidad.

¿Qué pensáis vosotros? ❓❓❓

Yo soy de los de Stephen… Creo que somos capaces de darle vida a horrores inenarrables solo por nuestra esencia, por nuestro egoísmo, por nuestra bajeza, por nuestra miseria… más allá incluso de lo que somos siquiera capaces de concebir.

Aunque también creo en el Ying y el Yang…

Toda oscuridad tiene una luz que es capaz de contrarrestarla. El cosmos no es más que un espejo de insondables situaciones.

Feliz martes 😘


El edificio Minerva III

El edificio Minerva III, eso sí que es un buen misterio. En el campus universitario, a día de hoy, todos se preguntan por qué los edificios Minerva saltan del I al II y luego siguen a partir del IV hasta el VIII, dejando de lado el III.

También se preguntan por qué los dos primeros se encuentran en la zona oeste, junto a la periferia, cerca de una estructura ruinosa y decadente a la que llaman Ese Lugar Olvidado de Allá,

menudo alarde de ingenio

mientras que el resto de los Minerva están en la zona noreste del inmenso campus.

La realidad es que Ese Lugar Olvidado de Allá fue, en su momento, el Minerva III. Pero los acontecimientos de hace sesenta años lo condenaron a ese nombre, dejándolo caer en el ostracismo, la soledad y la ruina.

Es un vacío en los cerebros, una mancha en la coexistencia estructural, un lugar de oscuridad donde, al acercarte, puedes escuchar el estridente sonido del silencio en tus oídos. Un silencio perturbador y desagradable, no como el de un día de campo o una madrugada tranquila en la ciudad. Es el silencio que se siente en un hospital cerrado por demasiado tiempo, en una sala de curas pasada la medianoche,

¿hola, hay alguien aquí?

o en el ala abandonada de un antiguo cuartel militar, donde ocurrieron fusilamientos siglos atrás.

El Minerva III se inauguró hace seis décadas con la intención de abanderar los estudios de medicina y los laboratorios de la facultad. Fue una ceremonia grandiosa, prometía un futuro brillante para la investigación científica. Los estudiantes y profesores estaban entusiasmados, confiando en que el Minerva III se convertiría en el corazón del conocimiento médico.

Pero poco después ocurrió lo de aquel chico extranjero, y eso fue solo el principio. Albert Andersen… creo que se llamaba así, desapareció en uno de los laboratorios. Fue un hecho extraño, pero inicialmente se atribuyó a una escapada por alguna situación emocional o a problemas personales.

no todo el mundo tiene la azotea bien amueblada

Sin embargo, cuando desapareció el segundo, y luego el tercero, y más tarde el cuarto…

Algo no funciona aquí, ¿verdad amigo?

Cada semana desaparecía alguien, sin falta.

no pierda su oportunidad, hay para todos

Entonces la preocupación comenzó a crecer. La administración intentó mantenerlo en secreto, pero pronto los rumores se extendieron por todo el campus.

La estructura de aquel edificio era errática. Decían que cambiaba de forma, que aparecían y desaparecían botones en los ascensores, que a veces había un pulsador de «sótano» cuando ese edificio no tenía ninguno. Los estudiantes que entraban hablaban de pasillos que no llevaban a ninguna parte, de aulas que no existían en ningún plano y de una sensación constante de ser observados.

La gente empezó a creer que el edificio estaba vivo, que era el propio lugar el que engullía a la gente. Incluso en una universidad, donde la cultura y el saber no escasean,

con la posible excepción del decano Tugores
y esos ilustres de la facultad de ciencias sociales, ¿me entiende verdad?

esa idea ganó fuerza notoriamente, hasta que la dirección misma abandonó el sitio, temerosa siquiera de desmantelarlo. La decisión de cerrar el Minerva III fue rápida y silenciosa, sin anuncios ni ceremonias. Simplemente, un día, las puertas se cerraron y nadie volvió a entrar.

Pestillo puesto y a otra cosa, circulen por favor

Pero antes de llegar a ese punto, pasaron muchas cosas raras, muchísimas. Luces que se encendían y apagaban solas, sombras que se movían por los pasillos vacíos, susurros que parecían provenir de las paredes mismas.

Los guardias que patrullaban la zona a menudo reportaban sensaciones de incomodidad y miedo, y muchos pedían ser reasignados después de pocas semanas.

Por ese motivo, el resto de los Minerva se construyeron en otro lugar, en la zona noreste del campus, lejos del Minerva III. Los edificios fueron diseñados con un estilo moderno, en fuerte contraste con la arquitectura gótica del Minerva III. La administración esperaba que la distancia física ayudara a borrar los recuerdos oscuros asociados a ese lugar.

Así pues, el Minerva III quedó relegado al olvido y al temor, donde de vez en cuando algún estudiante intenta impresionar a su novia o se aventura a investigar,

Jaime no entres allí, me da yuyu

y cuando eso ocurre,

Elena se puede ir buscando otro novio

no vuelve a salir jamás. Las historias de valentía se convirtieron en leyendas de advertencia. Los profesores aconsejaban a los nuevos estudiantes que se mantuvieran alejados, pero la curiosidad humana a menudo superaba el miedo racional.

O eso dicen

Algunos pensaron que el Minerva III estaba maldito, que algo oscuro y antiguo habitaba en sus cimientos. Otros creían que el edificio era un experimento fallido de la universidad, un proyecto de investigación que salió terriblemente mal. Se contaban historias de experimentos biológicos y de prácticas médicas poco éticas.

Ante tales especulaciones, la administración universitaria decidió tomar medidas. Contrataron a un equipo de expertos en demolición para desmantelar el edificio. Sin embargo, los trabajadores reportaron incidentes inexplicables. Herramientas que desaparecían, maquinaria que fallaba sin razón aparente, y esa misma sensación de ser observados constantemente, que otras tantas personas habían comentado anteriormente.

Finalmente, la demolición fue cancelada. Los expertos declararon que el edificio era estructuralmente inestable y que cualquier intento de derribarlo podría causar un colapso descontrolado.

Con el tiempo, el edificio se convirtió en parte del folclore del campus. El Minerva III se transformó en un símbolo del misterio y del peligro. De ese delirante modo consiguió permanecer en pie.

menudo instinto de supervivencia tiene ese edificio, chavales. A ver si aprendéis

Se convirtió en un enigma envuelto en oscuridad y silencio, en un misterio impenetrable que se dibuja como una cicatriz en el paisaje del campus universitario.

Nadie puede decir con certeza lo que ocurre realmente detrás de esas paredes. Tal vez, es algo mayor y más denso que afecta a nuestra mente, quizá algo orgánico y atroz que escapa por completo a nuestra comprensión humana e insignificante.

Quién sabe.

Pero una cosa tengo por segura, el Minerva III sigue siendo una incógnita, un secreto áspero e incómodo capaz de torcer tiempo y realidad, de mezclar esos conceptos en una sola y macabra idea. Es una evidencia de los peligros que existen más allá de lo que conocemos en nuestra ínfima e ignorante existencia.


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Espero que hayáis disfrutado de este relato breve.

Si os ha gustado «El edificio Minerva III«, no olvidéis echarle un ojo 👀 a alguna de mis otras historias de terror, o al resto de historias cortas de la página. 😊