Última actualización de este contenido: 25 de noviembre de 2024 por Felip Granados
Hoy, en historias de terror, os traemos un microrrelato: La secta de Los Renacidos.
En los callejones de una Barcelona gótica, bajo el espeso manto de una noche sin luna, la secta de Los Renacidos congregaba a sus miembros en un rincón olvidado de la ciudad. Era el año 1893, y aunque la modernidad comenzaba a asomar sus luces sobre una emergente Europa, aún existían rincones secretos donde las sombras susurraban en idiomas desconocidos y antiguos.
En una cámara subterránea, cuyos muros de piedra habían escuchado siglos de letanías, los adeptos se reunían una vez más. Vestían túnicas bordadas con el delicado símbolo de una mariposa. La mariposa, emblema de transformación y misterio, era también un signo de su oscuro propósito.
Los rumores entre los ciudadanos eran dispersos. Se hablaba de desapariciones, de rituales nocturnos e incluso de sacrificios dedicados a un dios olvidado. La policía nunca lograba encontrar las pruebas suficientes, ya que cada pista se desvanecía a medio camino, o el caso se cerraba sin muchas explicaciones, por órdenes de departamentos superiores.
Aquella noche, la secta iniciaba un nuevo miembro. Su figura temblorosa era apenas visible entre las sombras. El ritual comenzó con un canto, una melodía antigua que se entonaba con un poder que hacía temblar el aire. Mientras la secta invocaba a su oscuro señor, la imagen de la mariposa en sus túnicas parecía cobrar vida.
Esa imagen, manchada de tinta negra y roja sobre un lienzo desgastado, recordaba a las pruebas de Rorschach que empezaban a popularizarse entre los círculos psiquiátricos de Europa. Algunos decían ver en ella solo una mariposa, otros, con una mirada más prolongada y quizás influenciados por el aire cargado del ritual, afirmaban ver rostros demoníacos o signos de un antiguo mal.
Esperamos que hayáis disfrutado de este relato breve.
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