Última actualización de este contenido: 19 de noviembre de 2024 por Felip Granados
¿Y si la última realmente cena existió, pero de forma distinta a la que se explica?
Quizá la Última Cena no fue exactamente lo que hemos creído durante siglos.
¿Y si lo que conocemos como el último encuentro de Cristo con sus apóstoles fue, en realidad, una reunión mucho más antigua, con seres que preceden a la humanidad? Una reunión de entidades cuyo origen se pierde en el cosmos.
Imaginemos por un momento que, la divinidad, tal como la concebimos en nuestra cultura, fuera realmente algo ajeno a nuestro mundo. Quizá los dioses de nuestra Tierra, fueron viajeros de estrellas lejanas, visitantes que llegaron cuando el hombre aún era incapaz de comprender lo que tenía frente a sus ojos.
Si reinterpretamos la escena de la Última Cena desde esta perspectiva, el pan y el vino —símbolos centrales del cristianismo— podrían ser algo más que simples alimentos. ¿Y si fueron, en realidad, ofrendas a esas entidades cósmicas?
Quizá este ritual, transmitido a lo largo de milenios, fue deformado por la religión y el mito, perdiendo su verdadero significado con el paso del tiempo. Lo que hoy recordamos como un acto sagrado de comunión podría haber sido una ceremonia arcana destinada a conectar con lo desconocido.
A lo largo de la historia, encontramos relatos distorsionados que narran encuentros con lo “divino”, pero que bien podrían ser testimonios de algo mucho más tangible y extraterrestre.
¿Acaso las “apariciones” de seres celestiales son en realidad vestigios de contactos con inteligencias de otro mundo? Seres que nuestros antepasados no podían describir de otra manera que como dioses.
La línea entre la religión y la ciencia ficción se vuelve difusa cuando exploramos estas posibilidades. Incluso algunos teóricos contemporáneos sugieren que ciertos episodios bíblicos o mitológicos podrían ocultar referencias a tecnologías avanzadas o seres extraterrestres.
La fe, en muchos casos, ha actuado como una forma de explicar lo inexplicable, una cortina de humo que nos protege de lo que no estamos preparados para afrontar. Pero, ¿y si el relato de la Última Cena no es más que otro ejemplo de esta distorsión, una de las muchas veces que la humanidad ha confundido lo desconocido con lo divino?
La idea de que la religión podría haberse formado sobre un malentendido cósmico resulta inquietante, pero a la vez fascinante.
Al final, no sabemos cuántas veces nuestras creencias han sido moldeadas por la necesidad de otorgar sentido a lo incomprensible. Quizá los dioses que adoramos no miran desde el cielo, sino desde mucho más allá, desde un lugar lejano entre las estrellas. Y tal vez, en algún rincón de nuestra historia, hubo un banquete donde lo humano y lo extraterrestre compartieron mesa, sellando un pacto que hoy ha sido reinterpretado como fe.
🌑 A veces, lo sagrado es simplemente un misterio mal contado. Y el hombre, en su búsqueda de respuestas, convierte lo inexplicable en divino.
Quien sabe…
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