Última actualización de este contenido: 29 de abril de 2024 por Felip Granados
Hoy, en historias de fantasía, os traemos un microrrelato: El concilio elemental.
La corrosión de aquel mundo había llegado a un situación extrema. Los grandes lores elementales se dirigían prestos a una inusual reunión. La primera en milenios en la que se iban a encontrar todos ellos.
Algo extraño y ajeno a su control, amenazaba su planeta. Una fuerza de magnitud desproporcionada y procedencia del todo desconocida, había sembrado una semilla de podredumbre y corrosión.
En un mundo regido por la magia elemental, donde la balanza entre los opuestos sinos equilibraba la vida y la muerte, había algo desconcertante que ahora hacía peligrar su frágil estabilidad.
Zefir, amo y señor del viento, volaba velozmente hacía el lugar donde debía celebrarse el concilio. Las corrientes aéreas, hijas de su propia esencia, le permitían desplazarse con suma rapidez.
Fara, dueña del magma, viajaba transformada en un enorme dragón de fuego. Su forma ardiente y crepitante era una extensión de su dominio sobre el magma y las llamas primigenias.
Wakdy, la reina de los mares, cruzaba las aguas con una habilidad inigualable. Se movía a través del océano con elegancia y precisión, reflejando su conexión profunda con ese medio.
El señor de la tierra, Bako, fundido en roca y arenisca atravesaba el subsuelo y la piedra con devoción y sigilo, siendo apenas perceptible en la superficie.
Meriv, lord de la luz y la vida, se teletransportaba de un lugar a otro con la velocidad del rayo.
Y por último, Yaggo, caballero del caos y la muerte, fundido en una ola de oscuridad recorría las vastas tierras yermas de Zulgon, dejando un inerte rastro por allá donde su aura alcanzaba.
Esperamos que hayáis disfrutado de este relato breve.
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