Última actualización de este contenido: 24 de septiembre de 2024 por Felip Granados
Bienvenidos a “Crónicas del Posthundimiento”, una serie de ficción que he reconvertido del formato podcast a audiolibro, y que se publica por capítulos.
Hace una semanas os dejé con la introducción de esta novela/audiolibro, y hoy os traigo el primer capítulo: Historia del Posthundimiento
En el estreno de su programa de radio, Marcus Reed narra la historia del Posthundimiento, una catástrofe desencadenada por el despertar de la Tierra que llevó a la humanidad al borde de la extinción. Con su inconfundible estilo, Marcus sumerge a los oyentes en este relato épico, explorando cómo la especie humana se enfrentó a ese desastre y encontró la esperanza en la cara oculta de la luna.
¡Espero que os guste y os haga pasar un rato agradable! Si es así, dale a like y compártelo con tus amigos 🤩
Escrito, producido y narrado por Felip Granados.
También disponible en:
CRÓNICAS DEL POSTHUNDIMIENTO
* * *
Capítulo 1
Historia del Posthundimiento
En el interior de la cabina todo estaba meticulosamente organizado, pensado para facilitar tanto la vida a bordo, como el trabajo de Marcus. Se podían ver secciones de control repletas de botones y pantallas, las cuales mostraban datos sobre el estado de la nave y su trayectoria. A lo largo de las paredes, pequeñas repisas contenían libros, objetos personales y algunos trofeos que Marcus siempre llevaba consigo.
El ambiente era tranquilo y silencioso, perturbado solo de forma ocasional por el zumbido de los sistemas de la nave y el suave parpadeo de algunas luces de control. A pesar de toda aquella tecnología la sala era bastante acogedora, se trataba de una burbuja de humanidad y calidez que flotaba en la fría inmensidad del espacio.
Marcus se encontraba en su asiento, frente a un micrófono antiguo que contrastaba curiosamente con la modernidad del resto de elementos. Ese micrófono, un modelo clásico, había sido una elección personal de Marcus, una pieza estética de los días antiguos de la Tierra.
—Creo que estoy listo para esta primera emisión, I.N.E.S., incluso te diría que algo nervioso —comentó, ajustando la altura del micrófono.
Se escuchó un leve zumbido electrónico proveniente de los sistemas de audio de la nave, y acto seguido la respuesta I.N.E.S., la inteligencia artificial de abordo.
—No te preocupes, Marcus. Incluso los cazadores de ECOS más audaces pueden sentir un poco de nerviosismo ante un nuevo desafío —hubo una ligera pausa, y luego su tono se volvió más juguetón—. Pero estoy segura de que tu encanto «desvergonzado» será un éxito entre nuestros oyentes.
Marcus no pudo evitar reír, tenía una excelente relación con I.N.E.S., y su humor ácido e irónico siempre le animaba.
—Oh, I.N.E.S., me tienes robado el corazón —bromeó mientras se aseguraba de que todo funcionara correctamente.
—Si tuviera un corazón, Marcus, probablemente tú también me lo habrías robado. ¿Listo para comenzar nuestra aventura radiofónica?
Marcus asintió, al tiempo que realizaba una última y rápida revisión al panel de control.
—Veamos, creo que por aquí está todo preparado. Si tú no tienes que ir al baño, podemos empezar cuando quieras —dijo Marcus.
—No te preocupes, mi diseño no incluye la necesidad de pausas para ir al baño. Estamos listos para comenzar cuando tú lo estés.
—Perfecto, pues empezamos en: tres, dos, uno, y dale caña, amiga.
Tras un brevísimo instante, I.N.E.S. inició los sistemas de comunicación y estableció la conexión del audio para la retransmisión.
—Iniciando emisión por banda de largo alcance, Q1 —anunció.
La vibrante y animada melodía del programa empezó a resonar por la cabina. Las notas evocaban el recuerdo de las antiguas canciones de peliculas de cowboys en la Tierra, una pequeña pincelada acorde con los gustos clásicos de Marcus. Tenía la intención de compartir todas las aventuras y experiencias que él e I.N.E.S. habían vivido durante su labor en la captura de los ECOS. Su proyecto respondía a una iniciativa del comité de salud de Marte, registrado bajo el epígrafe de «Mentes Saludables para Navegantes en Trayectos de Larga Duración», un programa diseñado para fomentar actividades que mantuvieran la salud mental de los viajeros espaciales durante los prolongados periodos de soledad.
Consciente de la importancia de conectar socialmente, Marcus ideó la brillante idea de transmitir en vivo las inmersiones en los ECOS, convirtiendo esa tarea en un acto creativo a la par que social.
—Saludos, viajeros y viajeras del cosmos, y habitantes de los Meridian —comenzó—. Soy Marcus Reed, de los Reed de Meridian 3, navegante y cazador de ECOS, transmitiendo desde mi nave en algún lugar del Sistema Solar. Acompañado por I.N.E.S., mi inteligencia artificial de a bordo, hoy no solo inicio una travesía a través del espacio, sino también un viaje a través de la narrativa y el misterio.
La música sonaba alegremente tras las palabras de Marcus, jugando con altibajos de volumen e intensidad que meticulosamente controlaba I.N.E.S.
—Quizá te preguntes qué motiva a un cazador de ECOS a iniciar un programa de radio —dijo Marcus, dejando que sus palabras flotaran brevemente en la cabina antes de continuar—. En la inmensidad del espacio, la soledad puede ser tan profunda como la galaxia misma. Por eso, como parte del programa «Mentes Saludables para Navegantes en Trayectos de Larga Duración», I.N.E.S. y yo hemos decidido comenzar esta transmisión quincenal. Es una conexión, un lazo con lo que una vez fuimos y con lo que podemos ser.
—Encantada de formar parte de este proyecto, Marcus. Estoy convencida de que será muy enriquecedor y saludable, tanto para ti como para tus oyentes —respondió I.N.E.S.
—Gracias, I.N.E.S. —Marcus asintió, apreciando la constante presencia de su inteligencia artificial—. En cada emisión compartiré relatos y experiencias, historias que he descubierto en los ECOS temporales que he ido minando, y otras provenientes de nuestra imaginación colectiva. Dado que me encanta escribir, algunas de ellas serán historias escritas por mí, otras serán de autores conocidos seleccionadas del archivo biblioteca de la nave, y otras espero, serán las tuyas.
—Te invito, querido o querida oyente, a que si tienes algún relato, alguna vivencia que merezca ser contada, algún escrito en general, sea cual sea su formato, que encaje en la temática de este programa, me lo envíes a través del dominio www.relatosfantasticos.com. Estaré encantado de presentarlo y narrarlo, te puedo garantizar que, con el mayor de los cariños.
Antes de que pudiera terminar su invitación, una alarma sutil pero insistente comenzó a sonar, indicando la cercanía de una anomalía en el tejido temporal.
—Marcus, estamos detectando una fluctuación potencial de ECO en las proximidades —informó I.N.E.S. con entusiasmo.
—¡Vaya! Qué mejor manera de iniciar el programa que con la ardiente posibilidad de obtener un ECO para la siguiente emisión, ¿verdad I.N.E.S.?
—Absolutamente, Marcus. Nada como un ECO para dar inicio a nuestro viaje radiofónico —respondió I.N.E.S.—. Aunque aún es algo pronto para asegurar que la anomalía detectada derivará en un ECO, podría tratarse de una falsa alarma. Pero de no ser así, estoy convencida de que podría ser una historia digna de ser contada en nuestra próxima emisión.
—¡Sin duda alguna! —afirmó Marcus, con el rostro iluminado por la emoción—. Mantén el foco estable en esa región y analiza las fluctuaciones que superen los 2,1 TAU.
—Foco definido. Escáner barriendo la región X78. Modo observación a 2,1 TAU activado —confirmó I.N.E.S.
—Perfecto, cariño —dijo Marcus, volviéndose de nuevo hacia el micrófono—. Y mientras todo esto ocurre, querido o querida oyente, continuamos con nuestra primera, primerísima emisión. Os explicaba que en el programa voy a narrar tanto relatos, como experiencias o incluso transmitir la inmersión en directo de un ECO minado.
—A través de todas estas historias, exploraremos juntos los misterios del universo y los enigmas de nuestra existencia —dijo Marcus, adoptando un matiz reflexivo mientras dirigía su mirada hacia el amplio ventanal de la nave—. Cada historia, cada ECO, es una búsqueda de comprensión y de respuestas.
—Así que, ya sea porque me escuchas desde uno de los Meridian en Marte, desde un búnker subterráneo en la Tierra, desde el antiguo LTA en la Luna, o desde cualquier otro lugar, te invito a unirte a mí —continuó, extendiendo una oferta invisible a través del vasto cosmos—. Sintoniza este canal y sumérgete en «Crónicas del Posthundimiento». Esta es nuestra odisea compartida, un faro en la oscuridad del espacio, un recordatorio de que nunca estamos realmente solos.
Mientras hablaba, le acompañaba la animada música de fondo, que fluctuaba en densidad dependiendo de sus pausas y del volumen de su propia voz.
—Pero quizás te estés preguntando qué es todo esto del Posthundimiento. Si eres de los que se saltó las clases de Historia Evolutiva en la academia, déjame contarte un relato, pero no un relato cualquiera, sino nuestro relato, de la humanidad, y de cómo llegamos a ser los habitantes dispersos de un sistema solar cambiante —explicó, preparando el escenario para lo que iba a contar—. Además, no se me ocurre mejor comienzo para este proyecto que con la propia historia del Posthundimiento.
—Nuestro antiguo planeta, la Tierra, comenzó a mostrar signos de una dolencia profunda. Todo comenzó en el año 2037, un año que sin duda, marcó un punto de inflexión para la humanidad.
Marcus hizo una señal con la mano en la soledad de la cabina, un gesto algo teatral e incluso innecesario, para captar la atención de la inteligencia artificial.
—I.N.E.S., ponme algo de ambiente —solicitó.
El cambio de música se hizo evidente casi de inmediato. Los tonos anteriores, dieron paso a una melodía más suave y reflexiva, que evocaba imágenes de un pasado misterioso. Marcus se mantuvo unos segundos en silencio mientras se realizaba el cambio en la banda sonora, lo que permitió a los oyentes sumergirse por completo en la misteriosa atmósfera. Se acomodó en su silla, con la suave luz del panel de control iluminando ligeramente su rostro, y comenzó.
—Para entonces, nadie sabía lo que era realmente la Tierra —comenzó—. Hubo un tiempo en el que los humanos disfrutamos de una relación simbiótica con nuestro hábitat, un tiempo en el que cuidábamos nuestro entorno, lo amábamos y lo respetábamos. Allí abajo, en la Tierra, tuvimos una época de crecimiento, unión y felicidad.
—No obstante, nuestra naturaleza es egoísta; es cruel y mezquina. Empezamos a acomodarnos en nuestros hinchados sillones, con la nevera llena de paquetes, latas y botellas. Una infinidad de productos que, en su mayor parte, acababan caducados y lanzados vilmente a la basura, sin ningún tipo de remordimiento.
La música continuaba sonando mientras Marcus describía la decadencia de la humanidad.
—Empezamos a utilizar grandes cantidades de papel, tintas y plásticos. La mayoría de las veces de forma injustificada y del todo innecesaria. Algunos dijeron que, en esos momentos, no nos percatábamos del horror y la destrucción que estábamos creando. Aunque lo peor de todo es que sí que nos dábamos cuenta, pero éramos demasiado arrogantes como para que eso nos importara.
Un silencio se alzó brevemente, antes de que I.N.E.S. introdujera el sonido de una ventisca en la emisión, simulando los fríos extremos que habían azotado al planeta en el pasado.
—Los inviernos empezaron a ser más fríos y los veranos más cálidos, pero en nuestra infinita insolencia, pensamos que bastaría con aclimatarse mejor. Así pues, seguimos con nuestra espiral de consumo, derroche y destrucción desmedida —su voz se endureció ligeramente, cargada de un pesar palpable—. No hicimos caso a esos avisos… hasta que llegó el día cero. El día en el que la Tierra empezó a cambiar de verdad, el día en el que se nos mostró una realidad que había estado latente delante de nuestros ciegos ojos durante todo ese tiempo. El día en el que se inició una nueva era, una era que actualmente conocemos como el posthundimiento.
Marcus hizo una pausa dramática en este punto, para darle énfasis a la historia.
—La Tierra, un punto azul pálido flotando en el vasto universo, habitado por un sinfín de seres vivos en una multitud de ecosistemas —continuó con tono suave—. El lugar donde los humanos hemos evolucionado, donde hemos construido nuestras culturas y sociedades, y hemos dejado nuestra huella en la historia. Es la fuente de nuestra vida, la que nos proporciona alimento, agua y aire para respirar. Es un símbolo de nuestra conexión con el universo y con todo lo que nos rodea. Nos recuerda nuestra pequeñez en el cosmos y nuestra dependencia de los ciclos naturales de la vida y de la muerte. Nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el universo y con los seres con los que convivimos.
—¿Pero, y si hubiéramos estado equivocados todo este tiempo? ¿Y si la Tierra hubiera sido algo más que un simple planeta? Algo más que una fuente de recursos para nuestra supervivencia. ¿Y si la Tierra hubiera sido una especie de ser vivo, con una conciencia y una capacidad para sentir y responder a las amenazas externas? ¿Y si, del mismo modo que el ser humano, que aumenta su calor corporal ante una infección, la Tierra hubiera hecho lo mismo para defenderse de sus amenazas?
Aquella reflexión era algo que siempre impactaba en Marcus. Desde que era un niño, nunca había dejado de sorprenderse ante semejante idea. El hecho de que los planetas pudieran ser entes vivos implicaba la aceptación de la pequeñez humana en el universo.
—La cuestión es que empezó a ocurrir. El planeta, de alguna manera, comenzó a defenderse del mismo modo. Alterando las condiciones climatológicas hasta extremos imposibles para nuestra supervivencia.
—Todo empezó en la Fosa de las Marianas, en el océano Pacífico. Se registraron inmensas corrientes de agua caliente emergiendo de ella. Luego, se le unieron la Fosa de Kermadec, la Fosa de Tonga, la de Puerto Rico y la de Java. En poco tiempo, el agua de los mares aumentó su temperatura de forma considerable, aniquilando por completo toda vida submarina, con todo lo que ello conlleva.
—Los polos se descongelaron —el sonido de un desprendimiento se escuchó por detrás de la voz de Marcus. I.N.E.S. estaba realizando un trabajo impecable con los efectos de sonido—, y la subida del nivel del mar inundó una gran cantidad de lugares. Los Países Bajos, Florida, Senegal y Buenos Aires, desaparecieron por completo, así como parte de la mayoría de las ciudades costeras del planeta.
Marcus dejó que la realidad de la catástrofe que describía se asentara entre los oyentes. Luego inclinó ligeramente su cabeza perdiendo su mirada en las estrellas fuera de la ventana de la nave.
—A periodos alternos, la temperatura de esas corrientes pasaba del calor, al frío extremo. En el breve lapso de tiempo de dos semanas, las aguas del planeta se enfriaban hasta el punto de la congelación.
—Esos cambios tan bruscos generaron una atmósfera inestable y salvaje —continuó Marcus entre efectos de sonido—, donde brutales tormentas y feroces adversidades climatológicas dominaban toda la superficie terrestre.
—El cambio de temperatura que surgía de las fosas, cuando ocurría, venía precedido de unos ligerísimos temblores en todo el planeta. Cuando eso pasaba, la influencia de los mares y los océanos alteraba por completo la superficie, pasando del frío al calor o del calor al frío en apenas catorce días. Al principio, los cambios eran sutiles. Pero a cada ciclo, la diferencia de temperatura fue mayor.
Hizo una breve pausa mientras observaba la silueta de la Tierra a través de los grandes ventanales de la cabina.
—No obstante, parecía ser que la Tierra gestionaba esos cambios de temperatura únicamente a través del agua, lo que dejó como salvoconducto el interior de la tierra. El espacio subterráneo mantenía una condición térmica viable para la vida.
—Los humanos, utilizamos todo el conocimiento que habíamos adquirido durante nuestra existencia, y usamos toda la tecnología de la que disponíamos, esperando que fuera suficiente para garantizarnos la supervivencia. Adaptamos refugios y búnkeres subterráneos. Algunos de ellos eran muy extensos, dotados con modernos sistemas de soporte vital y grandes almacenes de suministros, aunque estos últimos, estaban en su mayor parte, en manos de gobiernos y ejércitos militares —explicó.
—La gran preocupación de aquellos que se garantizaron un espacio protegido, fue el alimento. Éste, aunque se racionara, se acabaría terminando. Se invirtió especial cuidado y dedicación a la creación de granjas hidropónicas, las cuales fueron en gran medida, la única solución a ese problema. Se dijo que, durante los periodos del cambio, así es como se nombró al tiempo que transcurría entre la alternancia de temperatura, existían cuatro días en los que era posible estar en el exterior. Sería crucial utilizar esos espacios para la recolección de materiales o incluso agua para abastecer las granjas hidropónicas y las necesidades de los supervivientes.
—Dadas las circunstancias, gran parte de esa información intentó mantenerse en secreto, pues de conocerse, habría una gran guerra por esos preciados refugios. Aunque eso es algo que no se consiguió —añadió con pesar.
Un sonido de fondo de gritos, guerra y caos empezó a filtrarse en la emisión, recreando la desesperación de aquellos tiempos.
—En poco tiempo, la noticia de que se acercaba el fin del mundo llegó a todos los lugares. La batalla por la supervivencia fue realmente cruel.
Después de explicar el trágico suceso cambió su tono a uno más esperanzador, con la intención de introducir esa sensación en los oyentes.
—Y así, mientras una parte de la humanidad luchaba por sobrevivir en un mundo cambiante, otra parte, mucho menor, miraba hacia las estrellas, construyendo un futuro que se había ido fraguando en secreto por algunos gobiernos y lobbys de poder, desde hacía ya casi 70 años, desde el momento en que Neil Armstrong y Buzz Aldrin dieran sus primeros pasos sobre la Luna.
Marcus se recostó en su asiento antes de comenzar a explicar todos aquellos acontecimientos.
—El 16 de julio de 1969, fue lanzada la misión Apolo 11, conocida por ser la primera en la historia en lograr que el ser humano llegara a la Luna. En la vuelta de reconocimiento, antes de alunizar, la Apolo 11 observó lo que parecían ser unas instalaciones desconocidas en la cara oculta de la Luna.
—Eso se mantuvo en secreto. La Apolo 11 regresó a la Tierra con unas preciosas imágenes de Aldrin y Armstrong caminando sobre la superficie lunar —explicó con cierta ironía.
—La misión siguiente, la Apolo 12, se lanzó con la excusa de recuperar los restos de la sonda estadounidense Surveyor 3. Sin embargo, su verdadero objetivo era realizar un primer análisis de esas misteriosas instalaciones. Lo que encontraron allí cambió el curso de nuestra historia.
Con cada palabra, Marcus recreaba la trama de aquellos eventos pasados.
—Luego vino la Apolo 13, conocida por su fracaso, entre comillas —puntualizó—. Famosa por aquella frase de «Houston, tenemos un problema». Oficialmente, una complicación con el módulo de servicio impidió su alunizaje. Pero la realidad fue otra, mientras Cabo Cañaveral representaba esa pantomima, la Apolo 13 alunizaba en secreto con un equipo científico y los suministros necesarios para varias semanas.
—Por otra parte, el Centro de Lanzamiento de Tanegashima, en Japón, preparaba un lanzamiento en complicidad con la NASA, una misión espejo que pasaría desapercibida ante el mundo, para recoger a esos científicos y traerlos de vuelta a la Tierra.
—En las siguientes misiones, desde la Apolo 14 hasta la 16, se descubrió que las instalaciones contenían tecnología avanzada para la generación de oxígeno y energía solar. Esas misiones, realizadas en secreto, sentaron las bases para lo que sería el LTA, el Laboratorio Tecnológico Avanzado en la Luna.
Marcus describió cómo, bajo la gigantesca estructura lunar, se encontró un aljibe alimentado por varios arroyos subterráneos de agua pura, indicando que quien fuera que hubiera abandonado ese lugar tenía necesidades muy similares a las de los humanos.
—Ya en 1972, se envió un reducido equipo de científicos con los recursos necesarios para sobrevivir durante un año, con el objetivo de establecer una primitiva colonia Alpha y evaluar las opciones de autosuficiencia.
Marcus giró silenciosamente hacia los controles para ajustar de forma sutil el volumen de entrada.
—A partir de ese momento, con los pretextos de las misiones de exploración a Marte y la futura construcción de la Estación Espacial Internacional, se fueron enviando suministros y materiales, de manera oculta, a la colonia lunar, a lo que sería la primera versión del actual LTA —explicó.
Continuó delineando la cronología de los éxitos que transformaron aquella remota colonia en un pilar de la supervivencia humana.
—Los registros desclasificados del proyecto nos revelan algunas fechas clave con ciertos hitos alcanzados en la colonia.
—En 1975, establecimos granjas hidropónicas eficientes, marcando el inicio de nuestra autosuficiencia alimentaria. En el 1998, se inicia la construcción de la Estación Espacial Internacional —siguió enumerando algunos años importantes de entre los que aparecían en los registros—, van aparenciendo una serie de informaciones, que van desde la expansión del asentamiento hasta que la colonia es autosuficiente, con reducidas familias de científicos, médicos e ingenieros. Y en 2013, una fecha que me llama mucho la atención —Marcus hizo una ligera pausa para enfatizar aquella revelación—, nace el primer bebé humano en la Luna.
En este momento, I.N.E.S. aumentó notablemente la música de fondo, lo que ayudó fuertemente a remarcar la importancia de ese hecho. Incluso Marcus sintió un breve atisbo de adrenalina recorriendo su espalda.
—En los años venideros, y hasta llegar al Posthundimiento en el 2037, la colonia se expandió considerablemente, y los avances tecnológicos conseguidos fueron realmente espectaculares. ¿Fue simplemente suerte encontrar esas instalaciones? ¿O quizá alguien las dejó allí con algún propósito? Eso es algo que aún se desconoce, pero fue lo que salvó a nuestra especie de la extinción.
—Más tarde, se dejó de contactar con la Tierra. Se presuponen algunos núcleos subterráneos autosuficientes, pero el aterrizaje es demasiado peligroso, y la radiación que genera un planeta despierto interfiere en gran medida en los sistemas de comunicaciones primitivos que actualmente poseen allí abajo. Quizá puedan escucharnos, pero no responder.
—Pero, ¿por qué despertó el planeta? Ah, ahí radica el misterio más grande —dijo Marcus con emoción—. La Tierra, nuestro hogar azul, resultó ser un ente vivo, un ser que, como cualquier criatura acorralada, se defiende de las amenazas. Parece ser que nosotros, con nuestra avaricia y estupidez, nos convertimos precisamente en esa amenaza.
—Por suerte, antes de que llegara el cataclismo, un grupo de visionarios había conseguido establecer la colonia Lunar, un paso crucial que allanó el camino hacia lo que vendría después: la colonización de Marte. El planeta rojo se convirtió en un refugio para aquellos afortunados que pudieron emprender el viaje.
—En Marte, establecimos los Meridian, cinco colonias buscando un nuevo comienzo. Meridian 1, 2, 3, 4 y 5, cada una con sus propios desafíos y triunfos. Y en Meridian 3, mi hogar, es donde comienza mi propia historia.
—Crecí rodeado de relatos del mundo antiguo, que me enseñaron sobre nosotros, sobre lo que éramos y lo que podríamos ser. Ahora, desde mi nave, con la inmensidad del cosmos como telón de fondo, quiero compartirlos contigo.
—Pero no solo se trata de relatos, como cazador de ECOS, descubro fragmentos de nuestro pasado, retazos de un tiempo atrapados en la trama del espacio. Son ventanas a lo que una vez fue, y cada una es una pieza del rompecabezas de nuestra historia —explicó.
—El despertar de un planeta es un proceso lento que ocurre de forma paulatina durante un extenso periodo de años. Es durante ese proceso cuando el planeta emite unas frecuencias cuánticas que fluctúan con cierto desorden, son más densas y dejan fisuras en la trama del espacio, intersecando planos y realidades temporales entre sí.
Un efecto de sonido que simulaba una onda cuántica resonó a través de la transmisión, dando vida a sus palabras.
—El sondeo de ECOS que realizo busca precisamente esas heridas en el tejido, y extrae la información que se encuentra en ellas. Por lo que se conoce, el periodo donde más fisuras se crearon fue entre el 1900 y el 2050 aproximadamente. ECOS que salgan de esa horquilla son más extraños de conseguir, y más valorados también.
—Algunos ECOS se catalogan como raros o muy raros, y nos ofrecen información sobre eventos importantes ocurridos en la Tierra. Pero incluso los más comunes son un bien preciado que se vende como artículo de lujo. Las cápsulas de experiencia sináptica, con las que uno puede revivir los ECOS, no solamente permiten ver y escuchar lo que ocurrió, sino que dependiendo de la calidad del ECO, uno puede incluso sentir las emociones y sensaciones de aquel momento.
Marcus hizo una pausa para dejar que la idea se asentara entre los oyentes.
—Junto a I.N.E.S., analizo y experimento los ECOS obtenidos, limitando nuestras inmersiones para preservar la integridad de la experiencia. Cuanto más tiempo pasas inmerso en un ECO, más distorsionada se vuelve la vivencia. Por eso, limitamos la inmersión a unos 15 o 20 minutos —detalló, mostrando la meticulosidad de su trabajo.
—El trabajo de minado es lento y costoso, y no garantiza la obtención de una experiencia interesante. Así pues, en cierto modo se trata de una apuesta —concluyó, dejando claro que, a pesar del trabajo realizado, el minado de ECOS siempre implicaba un desafío.
—Uno de los artefactos más alucinantes que nuestros desconocidos amiguitos nos dejaron en el LTA, y cuyo funcionamiento se consiguió replicar varias décadas después del hallazgo, fue precisamente el Multiplexador de Hilos Temporales —explicaba Marcus con un tono de asombro en su voz—. Cada Meridian tiene una nave equipada con uno de esos trastos para sondear los ECOS de la Tierra.
La descripción de Marcus daba vida a la compleja tecnología que se había vuelto parte integral de su día a día.
—Estas naves están hechas para funcionar autónomamente con una inteligencia artificial de abordo, y así es como lo hacen en Meridian 2, 4 y 5. No obstante, la familia Tanaka en Meridian 1, y los Reed de Meridian 3, somos los únicos que incorporamos un humano en la tripulación —continuó—. Básicamente realizamos tareas de gestión y supervisión. En mi caso, aprovecho para realizar algún trabajo de campo extra, como el comercio de mercancías entre la LTA y Marte, o la exploración de alguna región concreta.
La música se volvió más atmosférica, casi etérea, mientras Marcus se preparaba para revelar más sobre su solitaria labor.
—Así pues, me encuentro viajando por la galaxia, solo pero nunca realmente solo, con historias que contar y misterios que descubrir —dijo con una sonrisa en la voz—. Y he decidido compartir estos momentos contigo. Cada quince días aproximadamente, transmitiré desde mi nave. Si he obtenido un ECO, lo emitiré en directo, sino, compartiré un relato o algún libro del archivo biblioteca de la nave. Siempre habrá una historia con la que intentaremos encontrar alguna respuesta.
Justo en ese momento, empezó a sonar un suave pitido de alarma, se trataba del indicador de ECO entrante.
—Marcus, se confirma ECO emergente en las proximidades —informó I.N.E.S con un tono de alerta.
—I.N.E.S, identifica la frecuencia del ECO y mantén el foco al 80% —ordenó Marcus.
—Frecuencia identificada en estado 3, el foco es estable al 80%. No se registran alteraciones significativas en la brecha —respondió la inteligencia artificial.
—Perfecto, pero vuelve a realizar la lectura y descarta fluctuaciones en tres pasadas: al 0,2, al 0,3 y al 0,4 —insistió para asegurar la precisión del proceso.
Hubo un brevísimo paréntesis durante el que la inteligencia artificial realizó las lecturas.
—Se descarta cualquier alteración en el tejido espaciotemporal. La lectura en las tres fases es estable —confirmó I.N.E.S.
—Muy bien —dijo Marcus, activando varios interruptores—. Todo listo entonces, inicia el proceso de minado del ECO en 3, 2, 1, y, ¡dale!
El multiplexador de hilos temporales se puso en marcha resonando desde el exterior de la nave. Un zumbido electrico, acompañado de un silbido distante, evidenciaba su puesta en funcionamiento.
—Iniciando procedimiento de minado de ECO temporal. Activando sistema neural de transmisión de datos —anunció I.N.E.S.—. La red de transmisión es estable. Iniciando la extracción. El proceso de minado se ha iniciado a las 19 horas, 32 minutos y 12 segundos del 23 de Abril de 2864. Tiempo previsto hasta su obtención: 16 horas, 12 minutos y 37 segundos.
—Pues ya ves, querido o querida oyente, ¡ni hecho a propósito! Confirmamos que tendremos un ECO para la siguiente emisión. Veremos qué experiencia nos trae —exclamó, invitando a su audiencia a unirse en la anticipación del descubrimiento—. Y permíteme que vuelva a insistir, si tienes una historia que compartir, un misterio que narrar, o cualquier otra información que merezca la pena ser escuchada, envíamela desde el antiguo dominio de www.relatosfantasticos.com. Si cumple unos mínimos de calidad, y se adapta a la temática de este proyecto, la narraré con mucho gusto. La idea, y lo que recomienda el programa de mentes saludables, es que los relatos y las experiencias que narre, abarquen un tiempo de entre 15 y 20 minutos. Pero si valen la pena, aunque sean más extensas, buscaremos la manera de hacerlas oír.
La música comenzó a desvanecerse, mientras Marcus se despedía de la audiencia.
—Te ha hablado Marcus Reed, de los Reed de Meridian 3, cazador de ECOS, narrador de historias, y tu compañero en este periplo de «Crónicas del Posthundimiento». Muchas gracias por escucharme y no dejéis nunca de mirar las estrellas, hasta la próxima.
Luego presionó suavemente el botón de desconexión, silenciando el micrófono. Al terminar la emisión del programa, Marcus estaba pletórico. Siempre le ocurría cuando encontraba un ECO. La mera posibilidad de que ese ECO pudiera contener información crucial sobre lo que sucedió en la Tierra le llenaba de energía y curiosidad.
Para él, era como si un niño abriera un sobre de cromos, con la emoción de descubrir algo especial. ¿Y si encontraba algo realmente extraordinario?
Marcus esperó pacientemente durante todo el tiempo que llevó procesar el ECO, sin saber que en esos momentos, con esa acción, estaba desencadenando algo que cambiaría todo su futuro.