Última actualización de este contenido: 25 de noviembre de 2024 por Felip Granados
Hoy, en historias de terror, os traemos un microrrelato: Rafael.
¿Lo ves, Rafael? ¿Puedes verlo? Ahí, justo en la oscuridad, moviéndose. Siempre ahí, acechando en las esquinas donde la luz no alcanza. Me río, ¿sabes? Porque es ridículo. Todo es un juego para ellos, un juego enfermizo. ¿Por qué no juegan contigo? ¿Por qué siempre me toca a mi?
Estos libros… estos libros me lo dijeron todo, ¿sabes? Dicen que hay palabras que no deberían ser leídas, pero, ¿cómo resistirse? Ah, sí, lo sé ahora, sé demasiado. Ahora ellos no me dejan solo. Nunca.
Es muy gracioso, Rafael, porque no puedo evitar pensar que si hubiera leído otra cosa, seguramente no estarían ahora aquí, conmigo, con nosotros, porque… ¿Tu estás de mi lado, verdad?
Está bien, hablemos entonces. Tú y yo. No, no te hagas el silencioso ahora. Has estado hablando toda esta noche, ¿no es así? Diciéndome cosas… cosas que nadie más podía escuchar. ¿Por qué no te muestras? Ven, siéntate. La silla está vacía, ¿ves? Solo para ti. Ven y dime, dime por qué no puedo dormir sin ver tus sombras moviéndose.
¡Ah! Ahí estás, ¿verdad? En el borde de mi vista, siempre esquivando cuando me giro. No, no, no me vuelvo loco. Lo loco sería no ver, no entender lo que está pasando. Lo sé porque puedo sentirlo, puedo sentirte. Siempre aquí, conmigo, en esta habitación, sibilino y silencioso… Rafael, eres realmente hábil.
¿Por qué me río? Lo sabes bien, te lo he explicado antes. Necesitas que vuelva a decírtelo, porque sí, claro que río. ¿Es que acaso a ti no te parece gracioso?
Después de todo, ¿qué más puedo hacer sino reír?
Esperamos que hayáis disfrutado de este relato breve.
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