Última actualización de este contenido: 24 de abril de 2024 por Felip Granados
001 – La Doncella de Medanforst
Arrancamos nuevo Podcast “Historias de Taberna”. Un lugar para los cuentos, las leyendas y los relatos. Un podcast sin guión ni interpretación. Aqui solo hay reflexión y relatos.
En este primer episodio, narramos un cuento de Felip Granados. Un relato de magia oscura y amor eterno, ambientado en el universo de Leyendas de Korian.
Se trata de un minirrelato que formará parte de un mundo más extenso. Os dejamos también, la transcripción completa del episodio. Esperamos que lo disfrutéis.
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TRANSCRIPCIÓN COMPLETA DEL EPISODIO:
Bueno, arrancamos el episodio inaugural de este nuevo podcast, con un cuento de mi propia autoría. Una historia que escribí hace ya más de 20 años, cuando era un adolescente.
En esos momentos, yo me encontraba muy influenciado por la fantasía. De hecho, ese tipo de libros eran a grandes rasgos, el único género que leía. Recuerdo con cariño las sagas de Dragonlance de los autores Margaret Weis y Tracy Hickman, y otras obras como “La Espada de Joram”, también de ellos, y “El Bastón Rúnico” de Michael Moorcock. Y como no recordar las aventuras de ese elfo oscuro llamado Drizzt Do’Urden, creado por Robert Anthony Salvatore.
Si no has tenido el placer de leer a alguno de estos autores, te los recomiendo encarecidamente, valen mucho la pena.
El cuento que te traigo hoy, “La doncella de Medanforst”, fue escrito en aquella época. Comienza con un breve cántico juglar, a modo de introducción. (porque, las introducciones tienen una gran importancia, tanto en la literatura, como en el cine o en la música. Son la antesala, que prepara al espectador, para lo que está por venir. Existe toda una ciencia detrás de ello, pero bueno.. de eso quizá, ya hablaremos en otro momento). Siguiendo con lo que te decía, este cuento forma parte del lore, osea del universo, de Leyendas de Korian, un mundo que estoy creando, y el cual quiero que sea la fuente de muchos de libros que planeo escribir.
Dado que se trata de un mundo muy amplio, la mayoría de mis relatos de fantasía actuales, y algunos de los antiguos, como el que te traigo aqui hoy, van a estar integrados dentro de la trama general de Leyendas de Korian.
Con el tiempo, todas las historias formaran parte de un mismo universo, enriqueciéndose mutuamente y creando un complejo sistema de relaciones, que solo de pensarlo me emociona.
Sinceramente, espero que este paseo por los caminos de la fantasía épica, sea de tu agrado, y que te enganche lo suficiente como para buscar más contenido sobre Leyendas de Korian. Que por cierto, los capítulos de estos libros también iran siendo publicados en la web.
Pero bueno, pasemos ya a la narración de este relato corto, que de todo corazón espero que disfrutes.
La doncella de Medanforst
Cántico juglar
En Medanforst se dice que vive una doncella
en la quietud de sus rojizos bosques
donde en la noche, brilla como la única estrella
En la soledad y la calma
una diosa que por voz tiene delicadeza
convive en la natura, a la que ofrece su alma
entonando un canto de embriagadora e infinita belleza
Cuentan las historias…
de un corazón que buscó la verdad
de un caballero decidido,
a abandonar su temeridad
y que por amor no fue vencido
Narran las leyendas…
que juntos convivieron,
donde no existió el invierno
y que con cariño y suavidad hicieron
de su corazón un sentimiento eterno
El atardecer se cernía sobre la llanura con presta devoción. Me encontraba sumido en una grata tranquilidad. El bosque de Medanforst se alzaba frente a mi, y se extendía en la distancia hasta donde ni siquiera mis ojos eran capaces de avistar. La increíble variedad de tonalidades rojizas en aquel lugar, llamaba poderosamente mi atención. Recuerdo como la cálida brisa acariciaba mis mejillas al tiempo que transportaba aquel aroma dulzón y embriagador.
Sin pensárlo más veces me adentré en esa densa masa de sinuosos árboles y profundos senderos. En su interior, el tiempo parecía correr más despacio, y el sonidos de la brisa, que antes podía percibir claramente, parecía en ese momento, entumecido y distante.
Mientras me adentraba más y más en aquel edén, cavilaba sobre mis motivos para estar en ese lugar. Tenía una sensación muy extraña, una mezcla de desasosiego al tiempo que también de tranquilidad. Sentía que algo me había llamado desde su interior. Pensé que podría estar en peligro, que quizá fuera algún hechizo mágico el que me había llevado allí, y que seguramente, una vez dentro, algo me atacaría de alguna manera, aunque eso era algo que no me hizo cambiar de idea. El deseo que sentía por descubrir el corazón del bosque era demasiado intenso como para abandonarlo en ese momento.
A fin de cuentas, ¿qué maldad podía existir en un lugar tan precioso como aquel?
Sin embargo, me equivocaba.
Mientras caminaba por un sendero cubierto de una densa horajasca, oí un ruido a mi derecha. Me detuve y observé, silencioso y atento, a través del ramaje, esperando descubrir algún un animal a través de él. Pero algo en mi interior me decía que no iba a ser así. De repente, sentí la adrenalina correr a lo largo de mi espalda, mi instinto de guerrero accedió a desenvainar la espada que colgaba de mi cinto.
Me aparté ligeramente hacía el otro lado del sendero, mientras seguía analizando todo mi entorno. En se momento, me pareció ver una débil iluminación entre los árboles, acompañada por el sonido de unas agudas voces que se parecían alejarse. El sol daba sus últimos coletazos en un cielo casi imperceptible desde el interior de Medanforst, y la oscuridad amenazaba con posarse definitivamente sobre toda la región.
Un atisbo de curiosidad se sobrepuso a mi precaución, y avancé a través de los árboles con la súbita necesidad de descubrir que era aquella misteriosa luz. A cada paso que daba, ese brillo esquivo se dejaba ver desde la lejanía, pero no conseguía acercarme a él. A medida que lo seguía empecé a sentir un leve mareo. En ese momento observé la vegetación a mi alrededor, me desconcertaron sus formas y proporciones, parecía crecer de forma descontrolada. El mareo fue en aumento, y en ese momento ya no fui capaz de distinguir el lugar en el que me encontraba. Todo eran sombras borrosas y un intenso olor a tierra.
El crujido de la hojarasca y las ramas del suelo, resonaban en mi mente de forma salvaje e inestable. Entonces paré, ladeé la cabeza varias veces intentando serenar mis sentidos, aquella situación empezaba a asustarme.
Avancé como pude sin tener muy claro hacia donde, hasta que miré hacia arirba, donde vi el cielo entre un puñado de ramas menos densas. En ese momento, al observalo, quedé totalmente sorprendido. En el firmamento, se alzaba una poderosa y brillante luna, acompañada de cientos o, incluso miles, de estrellas.
¿Cuánto tiempo había pasado allí persiguiendo aquella misteriosa luz? ¿Una hora? ¿Dos? ¡Quizá más!
Mis suposiciones sobre la hechicería comenazaban a tomar forma sólida. Empezaba a tener claro que había caído en una trampa, un encantamiento oscuro me había atraído hasta aquel lugar. En ese momento, me encontraba perdido en un extenso bosque, totalmente desorientado y a oscuras.
Corrí hacia atrás, intentando volver por el lugar del que creía haber venido. Mi respiración empezó a descontrolarse, estaba abrumado y terriblemente cansado.
¿Sería también a causa de ese hechizo?
Un temblor se apoderó de mi cuerpo, pero no era miedo lo que me asaltaba, sino una profunda debilidad. Mientras intentaba escapar de aquel endemoniado bosque, fui a parar a un espacio abierto, donde una inmensa roca, extrañamente pulida, descanasaba en el centro. Podían observarse misteriosas runas grabadas en su ancestral superficie. Esa roca era grande y antigua, tan antigua como el mismísimo tiempo. Una debil iluminación verdosa emanaba de ella. El ambiente en aquel lugar era de una solemnidad aterradora.
Las voces que había escuchado al entrar en el bosque aparecieron de nuevo, provenían de todas direcciones. Un tumulto poco claro de sonoras imprecaciones, llantos e incluso gritos. No supe siquiera si eran reales, pero amenazaban con volverme completamente loco.
Me maldije por haber caído en aquella trampa. En un básico instinto de supervivencia me coloqué en posición de defensa, amenazando absurdamente en todas direcciones con mi espada, completamente aterrado.
En ese momento y, en contra de lo que cualquiera podría esperar, la calidez de unas palabras femeninas sonó a mis espaldas. Giré lentamente, aún con la espada en mi mano, sin tener muy claro con lo que iba a encontrarme. Pero al ver el rostro que ante mí apareció, quedé completamente fascinado, embelesado por su inusitada belleza y misterio.
—No podéis quedaros aquí —instó con premura la encantadora y misteriosa mujer, al tiempo que me cogía del brazo—, seguidme.
Ante el asombroso espectáculo que ofrecían sus fulgorosos ojos y, en la extraña situación en la que me encontraba, no pude hacer otra cosa que acceder a su voluntad.
Con prisa, tiró de mí, guiándome entre árboles y sombras que, para ella, parecían ser indicaciones tan precisas como lo eran para mí los caminos del este de Riverland.
No soy capaz de describir los senderos y caminos ocultos por los que me guió, ni tampoco el tiempo que estuvimos avanzando por ellos. El tiempo pareció detenerse por completo, mis sentidos únicamente prestaban atención a su extraordinaria belleza. Sentía la presión de su mano sobre mi brazo, oía su respiración e inhalaba el dulce aroma de su oscuro cabello.
Paramos al entrar en otro claro, mucho más iluminado y extenso que el anterior. Vi un arroyo junto a una pequeña casa de pulida y fina piedra. Aquel lugar contrastaba de forma deslumbrante frente al torbellino de temor y desconcierto que justo antes había sentido. Era como si, de repente, las sombras se disiparan ante la luz de un amanecer inesperado.
El ambiente no solamente era relajado, sino que era agradable en su grado máximo. No lograba comprender que estaba ocurriendo, pero un sentimiento de amor empezó a manifestarse en mi interior. Un sentimiento tan poderoso como el mismísimo universo. Y esa pasión, sería precisamente, el sustento que me mantendría vivo el resto de mis días, lo supe desde ese momento.
—En este bosque existen peligros difíciles de comprender —mencionó con una voz dulce y cálida—, en mi casa estaréis a salvo por ahora, pero os quedan muchas cosas que aprender de Medanforst. Os he estado esperando largo tiempo.
Asentí, casi por un conocimiento cósmico, como si aquello fuera algo que yo también hubiera estado esperando, sin haberlo sabido hasta ese momento. Algo tan incomprensible como radiante y prometedor.
Entonces, reanudamos nuestro camino hacía la casa, hacía nuestro destino, donde tantas noches contemplaríamos las estrellas, escucharíamos los armoniosos cantos de la naturaleza y, sobre todo, el latido de nuestros ansiados corazones.
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